¿Que si se puede superar?
Se puede.
Os lo digo con la mano en el corazón, yo, que estuve tan tremendamente hundida como lo estáis vosotros ahora. Yo, que tuve esa horrible dependencia insana. Yo, que fantaseaba con un reencuentro fortuito. Yo también lloraba abrazada a la almohada, me quedaba sin sueño, frecuentaba los sitios que él visitaba por si le veía, llamaba y me quedaba callada sólo por escucharle, intentaba cotillear en su vida, guardaba sus fotos, sus recuerdos...
Yo también podía cerrar los ojos y recordar cada milímetro de su cara, cada uno de sus gestos, cada punto de color de sus ojos, que me inundaban el corazón cada vez que se dignaba a mirarme.
Yo también pensaba que jamás lo superaría, yo también me sentía desgraciada, me humillaba siendo tan servil y dependiente de él, dejando que me manejara y poseyera a su antojo en todos los aspectos de mi vida. Yo también lloraba, desesperaba, sufría.
¿Que si se puede superar?
Se puede.
Estuve como vosotros, en el fondo del pozo. Levantando la vista desde la oscuridad y viendo un cielo azul que se me antojaba demasiado lejano, inalcanzable. Veía esas cabezas de familia y amigos alargando la mano para que me aferrara y poder salir... pero me parecían tan lejanas sus manos, no podía alcanzarlas... no podía salir. Escuchaba sus palabras de ánimo, sus consejos, sus llamadas, su apoyo... pero no me llegaban. No me calaban. Hasta mis huesos sólo calaban los golpes del recuerdo. De su recuerdo.
Estuve como vosotros, como todos y cada uno de vosotros, amigos míos. Mirando hacia arriba desde el agujero, metida hasta el cuello en mi propia desgracia, ahogada por mis propias lágrimas, autocompasión, culpándome de todo, queriendo morir, fantaseando con dejar un mundo que se me antojaba una tortura injusta, sin final, aterradora.
¿Que si se puede superar?
Se puede.
Hoy os miro desde la boca del pozo, os veo ahí abajo, perdidos, rendidos y sin fuerzas para luchar, dándolo todo por perdido, pensando que es imposible salvaros... y alargo mi mano para intentar ayudaros a subir. Y alguien sujeta mis pies para evitar que, en mi intento por ayudaros a subir, yo pueda volver a caer: es un hombre que me sacó del pozo a mi, que es mi apoyo, que me agarró la mano y pude alcanzarla... es el verdadero amor de mi vida. El que no me empujó al pozo, sino que me sacó de él.
Agarra mi mano, y verás cómo al acercarte a la luz, descubres que hay una mano que te sacará totalmente de ese pozo. Será la mano cálida, limpia y firme de ese hombre o esa mujer que será el hombre o la mujer de tu vida. Tu verdadero amor.
¿Que si se puede salir del pozo?
SE PUEDE.
ELENA, COGE MI MANO... Y LUEGO BUSCA LA SUYA.