Muy señores míos:
Como estudiante de derecho, entiendo perfectamente lo que es el "secreto profesional". Entiendo también lo que en la jerga legal llaman "juicio justo". Entiendo qué es la presunción de inocencia, y el derecho a una defensa efectiva. Entiendo todas esas cosas porque soy estudiante de derecho y tengo algo llamado "cerebro".
Pero por suerte, o por desgracia, también, como persona, entiendo perfectamente lo que significa la palabra "justicia" más allá de su significación "legal". Entiendo también lo que en la "jerga de la calle" llaman "misericordia". Entiendo el dolor de una familia por no poder siquiera enterrar a su hija, a la que saben muerta. Entiendo la desazón de los investigadores que no consiguen sonsacar a cuatro niñatos dónde está el cadaver. Entiendo todas esas cosas porque soy un ser humano y tengo algo llamado "corazón".
Espero que ustedes, con sus leyes y su "cerebro", no hayan olvidado que son personas y que tienen corazón. Yo prefiero traicionar a mi cerebro y a la Ley antes que traicionar al corazón y la humanidad. Prefiero fallar como abogada a fallar como persona. Y ustedes... ¿qué prefieren?
Ustedes lo saben. Ustedes con tal de ganar un juicio han envalentonado a sus "clientes", que son unos ASESINOS confesos, llenándoles la garganta y la cabeza de las patrañas que les sacarán de tener el castigo que merecen. Ustedes saben que mienten, dónde y cómo. Ustedes saben qué pasó, ustedes saben dónde está el cuerpo. PEro callen. Prefieren indicarles cómo escapar con mentiras con tal de ganar el juicio.
La defensa efectiva no es sacar a un culpable a cualquier precio y que se vaya de rositas. Eso no es ganar un juicio, eso NO es justicia. Eso es un vulgar NEGOCIO. Es arrancarse el corazón y tirarlo a la basura, aunque, a estas alturas, si alguno de ustedes lo tira a la basura ni las ratas se lo comerán, se lo garantizo.
Así que ¿por qué alguno de ustedes no desempolva el corazón, lo pone a trabajar y deja que su conciencia dicte sentencia en un juicio verdaderamente JUSTO? Dejen hablar a su conciencia, dejen que el corazón guíe su mano y escriban un anónimo al juez indicándoles DÓNDE ESTÁ EL CUERPO.
Por favor. Por Marta. Por ustedes. Díganlo... o el cadáver de Marta del Castillo no estará enterrado sólo en el lecho de un río o en una zanja. Estará enterrado en sus memorias. Y no les dejará descansar nunca.
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