Un Carnívoro Cuchillo

Dicen por ahí que le ha matado
la puta de su ex mujer:
que lo encontró prendado
del talle de otra y se fue
para él con una navaja...
En la garganta a traición
el mismo tajo de fiera
aquél que él mismo le diera
cerquita del corazón...

Jura que no lo mató,
pero nunca se cree al reo...
Un cuchillo, lejía y jabón
quitan la sangre al acero...

Dicen por ahí que jura
inocencia esta homicida,
que desde la celda oscura
donde ahora está detenida
jura que es inocente..
Jura que no le dio muerte,
que no hay sangre en su mano,
jura que fue otra mujer,
que ella le había perdonado
y había vuelto con él.

Su foto salió en el diario,
ojerosa, llorando, dolida...
más que traje era un sudario,
más que triste, muerta en vida...

Jura que no lo máto,
pero nunca se cree al reo...
Un cuchillo, lejía y jabón
quitan la sangre al acero...

Yo juro que la creo.
La creo...porque fui yo.

Sí, le maté,
ví la sangre correr,
por mis manos amantes...
Porque él se lo buscó,
Porque ella me lo quitó...
por quitárselo yo antes.

Jura que no le mató,
pero nunca se cree al reo...
Un cuchillo, lejía y jabón
quitan la sangre al acero...

Yo juro que la creo.
La creo.. porque fui yo.

(el título es de una novela de Paco Umbral, DEP)

Un soneto (¿Dónde Vas?)

¿Qué lamentar cuando se está cautivo
y el verdugo no es otro que uno mismo?
¿A quién culpar, dolido de estar vivo,
si te tiras tú solo en el abismo?

¡Cuántas veces pudiste arrepentirte,
ser un hombre,sanarnos las heridas...!
¡cuántas veces pudiste reprimirte
de matar de dolor mis siete vidas!

¿Dónde vas, fracasado y a deshoras,
a luchar una guerra que terminas
perdiendo, cuando apenas la desfloras?

¿Dónde vas, cruzando el campo de minas
que son un par de tetas desertoras
de tu ego, tus "luegos", tus inquinas?

y, ¿dónde está tu Dios?

Rezas mientras se derrumban
las iglesias, los conventos,
llevas rosas a las tumbas
de aquéllos que hoy se pudrirán...
No sirvieron tus lamentos,
no se oyen tus oraciones...
ni a los vivos ni a los muertos
tu Dios vino a salvar.

Dime dónde está tu Dios,
escondido, ensordecido...
cuando ha de calmar dolor...
No está ahí...
es un perdedor...
Dime dónde está tu Dios,
cuando mueren y se matan
en su nombre y en su honor...
Si está ahí...
no tiene corazón.

Han ardido ya tus dedos
con la cera de la velas,
entre rezos, entre credos,
¿cuánto más vas a llorar?
Ese dios es asesino,
es un traidor, es un cobarde...
ni él escribe tu destino,
ni le debes tu humildad...

Dime dónde está tu Dios,
escondido, ensordecido...
cando ha de calmar dolor...
no está ahí..
Es un perdedor.
Dime dónde está tu Dios,
cuando mueren y se matan
en su nombre y en su honor...
Si está ahí...
no tiene corazón.

SIN QUE TE DUELA...

SIN QUE TE DUELA

No me llames más...
No quiero verte y que veas
que no me quedan más correas
con que apretarme el bozal
para que no me oigas llorar...
sin que te duela.

No me llames más...
no quieras saber cómo estoy:
ayer estaba mejor que hoy,
en un rincón en la oscuridad
para que no me veas llorar.
Sin que te duela.

Porque no te duele arrancarme el corazón,
pasear bajo la lluvia con otro que no soy yo,
riéndote de todo y de nada, cruzando mi calle,
abrazada a su talle, riéndote de mi...
y a la vez de nadie...
Ni llorar me consuela...
no merece la pena llorar...
Sin que te duela.

No me llames más...
no quiero saber tus motivos
de no ser feliz conmigo,
no quiero que me veas gritar
sin que te duela.

No me llames así...
no me llames cariño jamás,
y vete lejos, sin mirar atrás,
para que no me oigas morir
sin que te duela.

Porque no te duele arrancarme el corazón,
pasear bajo la lluvia con otro que no soy yo,
riéndote de todo y de nada, cruzando mi calle,
abrazada a su talle, riéndote de mi...
y a la vez de nadie...
Ni llorar me consuela...
no merece la pena llorar...
Sin que te duela.

¿Y ahora...?

Ahora que no me acuerdo del pasado,
ahora que ya no soy un perdedor,
ahora que la pasión se queda a un lado,
y el rencor se ha congelado
en tu lado del colchón.

Ahora que no me duelen tus espinas,
ahora que no te canto esa canción,
ahora que no te espero en las esquinas
que esta historia se termina,
que ya ha caído tu telón.

Ya no hace falta, nena, que presumas
de que alguien compuso una canción...
pensando en el veneno que rezumas,
inspirado en esas brumas
de tu falso corazón.

Ahora que tengo un alma que no era mía,
ahora que ya no hay llaga donde dolías...
ahora que me siento vivo, que hasta me olvido
de que te quería.

Ahora que tengo hambre de vanidad,
ahora que está tan sola la soledad...
ahora que sanan mis huesos, no añoro tus besos
ni por caridad.

Ahora que recupero mis amigos,
ahora que ya no doy explicaciones
Ahora que hay tantas bocas que he perdido
que ahora me muestran el camino
de las dulces perversiones.

Ahora que salgo y entro sin permiso,
ahora que hay tantas faldas a explorar...
Ahora que sin quererme he querido
olvidarte como es debido:
olvidarme de recordar.

Tú que presumías de esos versos,
de arrancarme del alma una canción...
Presume ahora, nena, de ese arte
cuando los remordimientos
te muerdan el corazón.

Ahora que tengo un alma que no era mía,
ahora que ya no hay llaga donde dolías...
ahora que me siento vivo, que hasta me olvido
de que te quería.

Ahora que tengo hambre de vanidad,
ahora que está tan sola la soledad...
ahora que sanan mis huesos, no añoro tus besos
ni por caridad.

En mi lista

Te tengo en mi lista
de promesas a olvidar,
de promesas por cumplir
que no se cumplen jamás.

Te tengo en mi lista
de cosas que no hacer,
las que dejan de existir
incluso antes de nacer.

Te tengo en mi lista
de muertes prematuras,
de sueños maquillados,
de torpes calenturas.

Te tengo en mi lista
de deseos que se me piden,
de tareas que están pendientes
rezando que se me olviden.

Noches de Tormenta

Es inútil tratar
de aprender a besar
tan cerca ya del fin...
Estas manchas de rimmel
en tus párpados gimen
y dejan cicatriz.

Y ya no tiene sentido
discutir quién ha sido
el más culpable de los dos:
el que empezó a flirtear
con las flores del mal
y el desamor.

No sé por qué
las caricias que ayer
conseguían prender
mi excitación
hoy no me calman la sed:
la humedad de tu piel
se marchitó.

Y no hay palabras que ocupen
el lugar que no supe
yo llenar...
Se nos ha muerto el amor:
es mejor decirnos "Adiós!"
sin llorar.

Quédate tú con todo:
pero déjame solo
con mi soledad...
¿Qué más te puedo decir?
Ojalá seas feliz
sin mirar atrás.

No me arrepiento de nada,
tal vez alguna madrugada
piense en ti:
cuando te añoren mis huesos
cuando me duelan los besos
que te di.


Joaquín Sabina, "Noches de Tormenta".

Pisando Charcos

Llevaba puesto el reloj que hace un año
no pude comprarle
y aquéllos ojos color desengaño
barriendo la calle.
Después de verse tanto en el espejo,
¿cómo iba a mirarme?
Si eran felices, no había más que verlos
reírse de nadie...

Y yo que estaba aprendiendo a olvidarla,
a maldecirle sin necesitarla,
me vi de pronto con dos lagrimones
en el velorio de las ilusiones.

Pisando charcos bajo el aguacero
también se puede cantar un bolero
con estos labios que tanto han callado,
que tanto han mentido, que tanto han besado.

Iba luciendo el Cartier que,
en su santo, quise regalarle...

Si la derrota tuviera vacuna,
si se dejara engañar la fortuna,
si el corazón descubriera un camino
que desmintiera la Ley del Destino...

Pisando charcos bajo el aguacero
también se puede cantar un bolero
con estos labios que tanto han callado,
que tanto han mentido, que tanto han besado.

¡Qué desconsuelo, el flashback de sus ojos
bajando del coche!
Dejó un perfume de flores enfermas
rompiendo la noche...
Después de verse tanto en el espejo,
¿cómo iba a mirarme?
Si eran felices: no había más que verlos
reírse del aire, reírse de nadie,
burlarse de nadie.



Joaquín Sabina "Pisando Charcos".
Fue sintonía de un programa de TVE que duró un día. Hoy la canta Ana Belén.

Desintoxicación

Se supone que ya no te importa. Que ya no te duele. Pero te sorprendes a ti misma fantaseando sobre cómo sería un encuentro fortuito con él. Cómo te gustaría que te viese, en qué circunstancias, en qué momento y lugar. Cuál sería su reacción. Te sorprendes a ti misma sacándole a relucir en casi cualquier tema de conversación, con cualquier excusa. Intentas dar una imagen externa de despreocupación, de superación, de fuerza. De cicatrización. Sin marcas. Pero internamente sabes que esas heridas distan mucho de estar curadas. Sangran. A diario.

Te sorprendes escribiendo su nombre en Google a ver qué sale, o cotilleando en los foros que frecuenta, yendo a los bares que suele visitar. Interrogando veladamente a vuestras amistades comunes sobre cómo -y con quién- le van las cosas. Intentas saber si él también pregunta por ti, también te busca, también te "espía" en la distancia y en el anonimato. Rabias por dentro si te enteras de que no es así. Quieres que sufra lo que tú sufres, que su dependencia sea como tu dependencia, porque ésa es la palabra: DEPENDENCIA. Todavía no te has curado, todavía podrías perdonar, porque todavía no odias. Porque todavía no ignoras. Porque todavía no olvidas. Estás intoxicada. Eres dependiente.

¿La culpa es de la sustancia -él- o de la adicta -tú-? Es una pregunta para la que no tengo respuesta... ¿acaso él hace algo para avivar esa dependencia? ¿O eres tú, en tu fuero interno, quien es incapaz de dejar de buscarle, de dejar de fantasear? Una sustancia sólo manda sobre el cuerpo o la mente cuando es ingerida, cuando se tiene al alcance de la mano... pero "el mono" lo genera el propio cuerpo, la propia mente, ante la ausencia de esa substancia...

Desintoxicarse. Atarse las manos para no coger el teléfono y llamarle tontamente con número oculto, sólo para escuchar su vozo. O llamar con tu número y puerilmente dejarl el teléfono descolgado para que escuche qué bien te lo pasas... Desintoxicarse. Dejar de dar un rodeo innecesario en el metro o el bus sólo para tener una excusa para pasar por la estación o la parada de su casa y estirar el cuello a ver si le ves, furtivamente. Desintoxicarse. Dejar de frecuentar sitios que frecuenta, amistades que sólo te aportan esa dosis de información que se convierte en un sustituto de él... metadona para el mal de amor.

Tiempo. A veces ni siquiera eso. Porque hay heridas que son como esas llagas en la boca de las que ya hablé una vez... ésas llaguitas en las encías que, pese a que duelen, no puedes evitar querer acariciar dolorosamente con la lengua una y otra vez, perpetuando su dolor y evitando su completa curación. Masoquismo sentimental. Qué malo es.

Puede que tu herida no cicatrice nunca y se quede en llaga. Puede que cicatrice y se quede en recuerdo de ésos que no tienes salvo que, distraidamente y por puro azar, rozas su relieve y recuerdas lo dolió en su momento, sin mayor importancia, sin revivir aquél dolor.

Pero sea como sea, por muchos estragos que esa droga haga en tu corazón, ya sea herida viva o cicatriz muerta, debes salir adelante. Desintoxicarte.

Porque a él no le duele. A él no le dueles. No le importas.

Asúmelo: la droga y el amor fallido no se destruyen. Buscan otra víctima. Y de las otras se olvidan.

Tan Dama tan Fuera...

Cuando los hombres no son el malo, cuando las mujeres no son la víctima...


Hace años
se pudrieron
en mis labios
tantos besos
que no di,
con el daño
que hace eso,
¿qué es el sexo
para ti?
Curriculum vitae,
un envite
al mus, un farol
que reviste
la fachada
desconchada
de tu amor.

Ya no tienes quien te quiera,
quien te siga como un perro...
Eres tan dama por fuera,
pero tan puta por dentro...

Hace años
que imagino
que adivino
tu destino,
que te araño
por sentir
aún calor,
¿qué es el amor
para ti?
Una as en la manga,
una carga
de metralla
y de dolor
tus patrañas,
telaraña
que atenaza
un corazón

Ya no tienes quien te quiera,
quien te siga como un perro...
Eres tan dama por fuera,
pero tan puta por dentro...

No es Ella

Despierta. Abre los ojos y mira al techo. "Domingo" -piensa-. No tiene que ir a trabajar. Eso sólo signfica una cosa: todo el día con ella. Gira la cabeza. Y ella todavía duerme. Él cuenta con desgana los lunares de su espalda. Tres. Cuatro. Cinco. Hace unos meses, tan sólo unos meses, le resultaban encantadores. Ahora no son más que manchas, una serie de imperfecciones más que añadir a la lista de defectos que surgen a diario. No quiere despertarla. "Así te tires durmiendo dos días". Suspira. ¿Cómo ha llegado a ésto? ¿Y la magia? Cuando la vio sonreirle por primera vez fue como abrir las ventanas de un viejo caserón, ventilarlo y hacer que los rayos del sol quemaran las telarañas del corazón. Pero ahora esos rayos luminosos no eran más que luces mortecinas que no hacían sino llenar de melancolía cada rincón. No la quería. Ya no. La odiaba. A pesar de que ella hace lo posible por retenerle a su lado, le cuida , le sigue sonriendo buscando provocar en él aquél primer estremeci-miento. A él le da lástima cada sonrisa, como si fuese la de un moribundo que busca contagiar en vano algo de alegría a otro. Le asquea. Y es que ella.. no es Ella.

Mira sus hombros huesudos, la curva de su cintura, la escalinata de su columna. Su pelo cobrizo, ni largo ni corto. Un torpe intento de "cambio de look" para resultarle novedosa, sorprendente.. para ser otra. Pero es la misma, y no es Ella. Los lóbulos suaves de sus orejas. Su depilación descuidada, rasposa. No es Ella. Ese es el problema. Esta chica... tampoco es Ella. Suspira. Vuelve a mirar al techo y traga saliva como quien intenta con ello empujar al estómago la culpa. Una bola dura, de sabor metálico, que lleva escrito el "Te Quiero" que no tuvo el valor de pronunciar. Ahora es tarde. Dónde estará Ella...

Se levanta con cuidado de no despertar a la muchacha. Lleva un año intentando encontrar entre sus muslos el calor que sus venas le piden a gritos. Pero no lo encuentra. Lleva un año intentando engañarse a sí mismo buceando en una boca que no es la de Ella. Obligándose a querer, obligándose a olvidar, obligándose a cumplir. "Es lo que tengo que hacer... ya tengo una edad... tengo que estar con ésta...". Pero ésta no es Ella. Aquélla tampoco fue Ella. Esa no será Ella. Buscándola en todas, encontrándola en ninguna.

¿Dónde estará? cierra los ojos y respiran hondo, intentando rescatar de su memoria su olor, formando sus rasgos... recordando como relámpagos algunos gestos, algunas palabras, una risa... "Ah, sí.. ahí estás... ¿qué habra sido de ti? ¿Donde estarás? ¿Con quién...?" Abre los ojos. Sacude la cabeza, intentando así sacudirse también la culpa. "Bah, tonterías... sólo tienes un mal día, un momento de bajón, eso es todo". Vuelve a la habitación y se asoma tímidamente. Su novia se ha girado y yace bocarriba, desnuda, con la boca entreabierta y sus pechos pequeños moviéndose rítmicamente al compás de su respiración. "No es Ella. Nunca lo será". Bajo sus párpados, los ojos de la muchacha se mueven veloces de sueño, librando una batalla silenciosa, ajena. Inútil.

Él consulta su agenda en el móvil. Hay un nombre que sus venas llevan gritando demasiados años. Ese nombre prohibido, imprecatorio, que duele y que cura... con una mano temblorosa y la bola de culpa en la garganta, marca... y espera... con el sabor de su piel en la boca... escucha... una locución le informa que el teléfono marcado ya no pertenece a ningún abonado. Suspira. Cuelga. Casi lo prefiere. ¿Qué iba a decirle? "Hola...me he levantado, he mirado a mi novia y no eras tú... y yo quiero que seas tú. Quiero que seas tú cada mañana. Quiero abrir los ojos y que seas tú. Quiero que siempre seas tú". Va al baño. Cierra con el seguro. Bendita intimidad... Orina sosteniendo el blando pene con una mano. "... no sirves para nada", le dice mentalmente, como el jefe que recrimina a un empleado estrella en el que había puesto todas sus esperanzas y ha fracasado. Ni siquiera éso es igual sin Ella. La jornada de domingo fluye como un sueño anodino y reincidente, marchito, que se olvida al despertar. Regresa a la cama. Hace el papel de novio formal aburrido. Esta noche está cansado. Esta noche no puede fingir más. Duerme. Y Sueña. Con Ella.

Con Ella.

¡Ay, Carmela ... !

Carmela tuvo la oportunidad al alcance de su mano. Sólo tenía que decir "". Pero estaba demasiado cómoda en su rutinaria cobardía como para hacer algo que pudiera poner en riesgo aquella monotonía que le daba tanta seguridad. Vivía como no quería, donde no le gustaba, con quien no deseaba... pero el cambio le aterraba. La cobardía era siempre más cómoda, ¡Ay, Carmela...!

Decir "
" cuando quería decir "No". Retirar la mirada para alejar la tentación. Bajar la cabeza, obediente y pusilánime. Colarse de rondón en el pasado, pasar de puntillas por encima sin hacer ruido, mirar, suspirar y volver al presente sin que nada se altere.

Ahora, asomada a la ventana, con las pupilas petrificadas en Él, su corazón y su cabeza pugnan por hacerse con el control de sus piernas y de su garganta... Sólo los ojos, fijos en la parada del autobús, ajenos a la lucha de los demás órganos, son fieles a sí mismos. El corazón le grita a sus piernas que corran, que salgan a la calle antes de que el autobús, como si fuese el último tren que pasa por una vía declarada muerta, se lo lleve de su lado para siempre... La cabeza clava las piernas al suelo, y el sudor que recorre con un escalofrío su espina dorsal parece hacer un charco de arenas movedizas que la mantienen anclada a su presente, a su cobardía, a su comodidad... "
no vayas... quédate aquí, sigue tu vida... no arriesgues, lo que tienes ahoar es poco, pero es más que nada...". El corazón quiere hacerse con la garganta, gritarle, implorarle, librarse de los grilletes que aprisionan sus cuerdas vocales en el eterno "si, cariño"... en lugar de devorarle la boca al hombre que ansía su piel, de susurrarle al oído un sola frase... Pero la cabeza no quiere soltar la garganta... no quiere que grite su libertad, su valentía, su pasión.. Ay, Carmela.

Los ojos quieren más de él, el cristal se ha convertido en un telón de acero, quieren estar más cerca de él, beber de sus pupilas, bucear en la curva de su pecho, en la fortaleza de sus hombros, fascinarse con su vientre, con su sexo, recorrer su melena, cegarse con sus dorados reflejos... Los ojos le muestran cómo sería... sería tan fácil... cruzar la calle, clavar sus pupilas en las suyas y dejar que el corazón hable... ¿es tan difícil? mírale... ¿cómo sería?

Sus ojos... se clavarán en los tuyos,primero con sorpresa, luego con una mezcla de esperanza y de expectación... Todo Él te escuchará, ¡
Ay, Carmela! decirle lo que tu corazón ansía... sus ojos te escucharán. Su piel te escuchará. Sus labios, sus oídos, sus manos, su corazón... Y en el mundo no habrá nada más. Te escuchará. Luego se quedará en silencio, pasarán sus ojos de tus ojos a tus labios, de tus labios a tus ojos... brillantes, húmedos... sus labios temblarán trémulamente unos instantes y entonces sus brazos te envolverán como si fuesen dos cadenas que evitan que un barco se aleje para siempre del puerto... Te abrazará como si quisiera fundirte con Él... y ya nunca te dejará marchar...

Pero la cabeza te despierta de tu sueño,
Ay, Carmela... La cabeza.. qué cruel..

"
¿Qué vas a hacer? Cruzarás la calle, te quedarás mirándole como una boba, tus palabras torpes se atropellarán unas a otras en tu boca, quedarás como una idiota delante de sus narices para que te mire con lástima y con vergüenza ajena, meta las manos en el bolsillo, te diga un educado "bueno, me marcho, que te vaya bien, adiós" y no volverás a verle... y cuando subas, tu pareja estará mirándote, con los ojos enrojecidos.. perderás todo lo que has acumulado estos años!! La gente te mira como chica ejemplar, tienes tu noviete aburrido y formal, tu trabajo de ocho horas, tu paella en casa de sus padres los domingos, los cumpleaños de sus sobrinos... tienes 30 años, ¡ya no es edad para aventuras, para empezar de nuevo...! ¿A dónde vas? ¿te has visto las pintas? No seas rídicula..." La cabeza susurra al oído, el corazón SE libera en cada diástole, como quien retira la mano que le amordaza, toma aire y grita ahogadamente "¡¡¡CORRE!!!! ¡¡¡CORRE TRAS ÉL!!!!"

Corazón o cabeza... cabeza o corazón...
¿Qué hará? ¿Que pensáis que hará? ¿Que queréis que haga?

Ay, Carmela!


El Último Beso

Años atrás, antes del Adiós, Ella le dijo que el beso más difícil no es el primero que se da, sino el último. Y tras constatar Él que aquél "Adiós!"había sido el definitivo, vivía año tras años aferrado a esa promesa del último beso, del beso más difícil... su obsesión por ese beso insuflaba bocanadas de vida a unas cenizas que él seguía creyendo que eran brasas. Fantaseaba con él... Intentaría insuflar esas mismas bocanadas de vida a su amada en ese último beso. Avivar las brasas. Resucitar las llamas. Prender el fuego y que su ardor calcine la coraza que el tiempo y el sufrimiento por sus traiciones habían tejido sobre su corazón dolido. Encenderla de nuevo y que el difícil último beso se convirtiera, por arte de magia, en un primer beso, en un nuevo comienzo. Que lo que fue un punto y final sin dos puntos suspensivos se convirtiera en un punto y aparte.

¿Cómo sería ese último beso? Empezaría trémulo, como una mariposa recién transmutada que despliega sus alas por vez primera. Seguiría despertando a los adormecidos sentimientos que anidarían bajo el légamo del olvido... primero despacio.. acercando sus manos más a la cintura de Ella, envolviéndola con su abrazo... acercándola más a sí... su lengua la buscaría, insistente, incitando a la suya a un tango infinito.. primero con los ojos cerrados, luego mirándola nuevamente para bucear otra vez en sus pupilas... y sería el primero de millones de besos... De noche, bajo la luna, sin nadie alrededor... ajenos al mundo que les rodea, a los ojos de neón de los curiosos letreros, al frío que serpentea por las callejuelas, ajenos al pasado y sus cicatrices.

Era el momento. A duras penas había conseguido encontrarla y citarla en aquélla calle. Quería mirarla y decirle "¡Estás como siempre!" Pero no era cierto... Sus ojos, antaño dos pozos de fe, de auténtica devoción por los suyos, eran ahora inescrutables. Fríos. Como dos trozos de obsidiona afilada. Le provoca pavor. Está objetivamente más hermosa, más fuerte, más poderosa... pero subjetivamente todas las fantasías de hallar a la muchacha inocente e ingenua que creía todas sus falacias se habían esfumado... su seguridad en sí mismo y en su plan tantas veces acariciado estaba ahora reprimido y escondido, acobardado, en un rincón de su cerebro... su lengua estaba inerte. Sus manos, que habían querido acariciar la cintura tan deseada, estaban ahora relegadas a los bolsillos.

"¿Para qué quieres verme?" Él, por fin, está frente a Ella. No quiere acobardarse más... es Ella. Tal vez sólo tenga esta oportunidad... "Quiero el último beso..." Ella sonríe tristemente. Pero no es por haber rozado con la punta de la lengua de la memoria alguna cicatriz del alma, como quien regresa una y otra vez a una llaga en las encías cuyo dolor, inexplicablemente, resulta placentera... Sonríe con tristeza porque Él no ha entendido NADA.

"El último beso... ¿crees que es tan especial? ¿Que es diferente?" "SI". "Te equivocas... el último beso YA TE LO DI... cada beso que te di lo viví como si fuese el último... eran tantas tus traiciones, que no sabía si habría otro beso después... Asi que viví, sentí y di cada beso como si fuese a ser el último, porque había muchísimas posibilidades de que así fuera... Y así fue. Así fue"

Y se marchó. Para siempre. A Él se le pudrió su último beso en los labios, y derrumbó su corazón para siempre. A Ella se le pudrió el último beso en la memoria. Y se sintió libre. Para seguir besando a alguien con quien cada beso no pudiera ser el último, sino el primero.

La vieja piel a tiras

Lo dijo Sabina en una de sus primeras canciones en solitario, fuera ya del terceto calavera que paseara su alcoholizado (pero no por eso menos loable) talento por "La Mandrágora": que había, entre otras cosas, que "arrancarse la vieja piel a tiras" para poder seguir adelante. A lo largo de mi (todavía corta) vida, hay un montón de experiencias, de recuerdos, de pensamientos, de lugares y de personas que hay que dejar atrás. Porque ya casi ni se recuerdan. Porque ya no se necesitan. Porque ya estorban. Como esos trastos viejos que uno va almacenando en todas partes pensando que tal vez un día les eche un vistazo, tal vez un día regrese, tal vez un día los necesite, o quiera saber de ellos... y con el "tal vez un día" resulta que te das cuenta de que han pasado ya "tal vez una semana", "tal vez un mes", "tal vez un año"... y ya es hora de hacer limpieza de esos rincones.

Hay que limpiar el sótano de la memoria, los cajones del alma, los trasteros de nuestra vida... hay cosas que en su día gustaron que no gustan: tíralas. Personas que no aportaron nada útil: tíralas. Momentos que sólo sirven para acordarnos y dolernos: tíralos.

Cuánta gente he dejado atrás estos 7 años. Cuántos lugares. Cuántos momentos. No es "renegar" de algo, es simplemente, evolucionar y lo que ya no va contigo dejarlo atrás, de forma natural, gradualmente... más bien porque cuando uno se hace adulto y encarrila su vida deja de tener interés por personas y lugares que no le son afines. Tiene muchas otras cosas de las que preocuparse.

Sé que muchas personas se sentirán "ofendidas" o intentarán buscar un motivo (sin preguntarte, claro, dejándose llevar por "sus ideas") para tu "abandono". Allá ellas... tal vez si piensan así deberían empezar a plantearse si no es hora ya de hacer limpieza ellas también.

¿Tú me conoces? ¿cuánto hace que no sabes de mí? ¿realmente alguna vez has sabido de mí? ¿Y yo? ¿Te conozco? ¿cuánto hace que no sé de ti? ¿realmente alguna vez he sabido de ti?
Si respondes "NO" a estas preguntas... límpiame de tu memoria. O conóceme de nuevo. Quién sabe... la gente cambia. No mucho, pero cambia.