EL RECUERDO DEL VERDUGO

No fue para tanto. No me puedo creer que todavía no lo hayas superado. No me puedo creer que me guardes todavía rencor.

Estas tres frases son una mezcla de perplejidad e hipocresía a partes iguales. Son las frases que alguien que ha hecho daño le suelta al dañado cuando, años después de los sucesos que provocaron ese daño, víctima y verdugo se encuentran.

El verdugo se acerca con su abominable ignorancia feliz de que los recuerdos no siempre son iguales para unos y para otros. El hecho es el mismo. Pero su significado y sus consecuencias no lo son. Para el verdugo, todo fueron "chiquilladas", "tonterías". Cosas de las que se olvidan con el tiempo. Y no entiende que para la otra persona supusieron un sufrimiento que se extendió desde su presente hasta su futuro, y a todas las personas que sufrieron por su dolor. No entiende que para el verdugo lo que fue un "juego de chiquillos", para su víctima supuso una experiencia traumática que no se olvida fácilmente. ¡Ah, la relatividad...! Todo es relativo. Todo depende del color del cristal con que se mira... ¿o tal vez no?

¿Acaso los hechos cambian? No. Una cosa es lo que es, tanto si se observa desde el cristal opaco de una mente obtusa, cobarde y frívola -el verdugo- como si se observa desde la claridad de una mente sensible, emotiva y equitativa. La perspectiva no cambia los hechos objetivos.

El verdugo no comprende que la víctima no pueda creer que fueron "chiquilladas sin malicia"... la víctima no entiende eso, porque la malicia no se aprende ni se borra... la malicia es innata. El verdugo se ve a sí mismo, años después de aquéllos hechos, más maduro, más adulto, más "racional". Sin embargo, hay cosas que no se pueden racionalizar.

La víctima no quiere cuentas con el verdugo. No quiere saludarle, ni saber cómo le va, ni contarle su vida como si fuesen dos viejos amigos de colegio... La víctima perdonó hace mucho al verdugo, y así se lo dice... "¿¿Perdonarme, si me estás echando en cara todo ésto, de hace mil años??". El verdugo, obtuso, no entiende la diferencia entre PERDÓN y EXPERIENCIA. No entiende que hay experiencias imperecederas, que el tiempo no lo cura todo...

La víctima perdona, pero no olvida. La víctima perdona porque aquélla herida infligida por el verdugo la curó otra persona. La víctima no olvida porque ese perdón no se lo mereció el verdugo intentando reparar su error... El verdugo no se mereció el perdón. Y por eso, la herida no duele, pero dejó una cicatriz que avisa, que hace recordar... la experiencia.

Si un perro te muerde, puedes perdonarle algún día... pero no por eso vuelves a acercarte a él.

"¡¡Fueron chiquilladas, no fue para tanto!!"

Eso ofende aún más a la víctima... que le verdugo, a pesar de esos años que según él debían servir para echar tierra sobre el asunto, no siente REMORDIMIENTO alguno por su acción, no sabe ponerse en el lugar de la víctima, no sabe ver su dolor...

¿Y qué espera después de todo ese tiempo? ¿que la víctima le reciba con los brazos abiertos, se vaya de cañas con él y se cuenten la vida? ¿Se merece acaso el verdugo ese trato favorable? ¿Se merece el verdugo que la víctima falsee sus sentimientos por ser políticamente correcta con él? ¿Acaso se merece que le mienta para que el verdugo se vaya contento en lugar de agachando la cabeza de vergüenza?

NO.

Así que, por favor, si me ves por la calle, si te encuentras conmigo, pasa de acercarte a saludar como si te encontraras con un vecino... y si te empeñas en ello, dime qué quieres que te diga para que, ni mientiendo, ni fingiendo, te puedas ir contento a tu casa sin pensar que encima la culpa es mía por no fingir que no fue tan grave, por no fingir que no dolió, por encima ser yo la mala por "rencorosa".

A ver qué coño se le antoja ahora al señorito.

LA CANCION QUE QUISE ESCRIBIRTE

Hoy he escuchado la canción que hace mil años quise escribirte. No tuve coraje ni talento para hacerlo. Seguramente quien compuso este tema lo hizo sin pensar en ti, sólo pensando que sería una canción comercial, que tal vez le ayudase a ligar... quién sabe. Pero sea como sea, es la canción. Es la canción que yo quise escribirte.

La escucho con el vello de punta, conteniendo la respiración en unos puntos, y suspirando profundamente en otros. Me imagino cómo sería habértela cantado... si hubiese tenido la fuerza para hacerte volver. No pude, no supe, no me atreví a escribírtela.

Me imagino cómo sería hacértela llegar, o si tú, al escucharla por otro medio, te acordarás de mi. Si sabrás que esa canción ajena cuenta, sin embargo y sin pretenderlo, nuestra historia. Que el idiota que sale en ella lamentando la pérdida de su amada soy yo, y que la mujer deseada eres tú. Que las lágrimas que ese cantande dice verter son las mías. ¿Lo reconocerías? ¿Lo reconocerías y sentirías un escalofrío, notarías cómo las lágrimas se asoman a tus ojos como un suicida se asoma a un acantilado? ¿pensarías en mi? ¿O tal vez cambiarías de emisora, como quien hace zapping frente a una aburrida reposición de una serie ya vista?

Si pudiera hacerte llegar esta canción... porque esta canción es todo lo que quise decirte y no me atreví. Esta canción es toda la madurez que me faltó, la sangre en las venas que debió hacerme fuerte y no tuve entonces. Esta canción es como el último aliento de un corazón moribundo que intenta coger aire para decir las últimas palabras. Esta canción es como la última voluntad del enfermo terminal, como el alegato final del reo. Esta canción es la canción que habla de ti y de mi nuevamente como un "nosotros". Es el último cartucho del miliciano acorralado. Es la última llave para probar en la puerta del paraíso. Esta canción es la última palabra o la primera.

Esta canción es la que quise escribirte.

LO PEOR...

Lo peor,¿sabes que es? Que a él no le importa. Seguramente pienses que con el tiempo le dolerá, que se arrepentirá de lo que ha hecho y que eso será un lastre que minará su conciencia y ya jamás le dejará ser feliz si no es contigo. Seguramente creas que él te recuerda y los ojos se le llenan de lágrimas, y un nudo le atenaza la garganta. No lo creas. Ahora él se ha quitado un peso de encima, un engorro, el capricho se terminó y se ha sacudido tu presencia del brazo como quien espanta una mosca molesta. Ha tirado tu corazón a la basura. Eso es todo, no le busques más significado. Eras un capricho, y el capricho se terminó. Da igual lo que te dijera para largarte de su lado. Te ha largado, ésa es la única verdad.

Lo peor, ¿sabes que es? que todavía estarás esperando que te llame, que se arrepienta, y que da igual el mal que te hiciera porque le perdonarías con tal de estar a su lado. Te contentarías con eso,y serías incapaz de negarle una segunda, una tercera o una cuarta oportunidad. Te crees que estará sólo dejando pasar el tiempo para que se te calme un poco la herida, y que volverá como un perrito que se escapa de casa, se pierde y cuando regresa la alegría por su vuelta es tal que se olvida el susto pasado y la mala acción del perrito... que volverá, sea lo que sea lo que haya hecho, como si dependiera de su única voluntad.

Lo peor, ¿sabes que es? que EL PRIMER PÁRRAFO ES MENTIRA, que en realidad él volverá si se lo permites, que esas palabras de ahí arriba no eran sino intentar que abras los ojos y te engañes un poco para fortalecerte y perder la esperanza y, así, intentar poco a poco recomponer tu vida.

Lo peor, ¿sabes que es? que serás tan noble, pero a la vez tan estúpida y tan indigna de ese corazón tan enorme y bondadoso que tienes, que le perdonarás y encima casi le darás las gracias por haber vuelto.

Eso es lo peor.

Que volverá y tú le abrirás la puerta.

¿Lo mejor? que puedes cambiar la historia y no abrirle...

¿Lo mejor? que se canse de llamar.

¿Lo mejor?...

lo mejor.. es que por fin serás tú.

sólo...tú.

MÍRALE

"Mírale bien, porque será la última vez que le mires...después de saber quién es no osarás mirar su cara, te sabrás indigno de clavarle la mirada.. porque cuando sepas quién es él, te darán ganas de clavarte de rodillas y postrarte ante sus pies. Mírale bien, y retén su recuerdo en tu memoria, porque será la última vez que puedas mirarle sin pensar que es él.
No te moleste en compararte, en mirar aquí y allá cada virtud y cada defecto de su imagen, porque las virtudes que veas en él antes de conocerle se tornarán envidias insalvables, y los escasos defectos serán nimiedades en comparación con su grandeza.

Mírale bien, porque ese hombre que tú tienes ahí ha llegado más alto de lo que tú jamás podrías imaginar. Mírale bien,porque ése hombre es tan grande... Ese hombre ha conseguido sacarte de mi vida, mi corazón y mi cabeza, borrar de un plumazo cada segundo, hasta que sólo ha quedado de tí una mísera ceniza para servir de ejemplo a evitar.

Ha empobrecido tu recuerdo, inhumado tu presencia y pisoteado tu pasado hasta que ya no queda de ti más que broza y escombros de los que pasar de largo con un gesto de desprecio. Mírale bien, porque es la última vez que osarás cruzar tu mirada miserable con la suya.

Mírale bien, porque es mi marido.

Y ahora baja la vista, y márchate con esa losa sobre tu conciencia, con esa pesada bola de preso atada a tu corazón, condenado a vagar con la cabeza gacha por un doble zarpazo: el primero, haber perdido a una mujer contra otro hombre,y el segundo, que para ese hombre nunca fuiste rival, pues tiene un arma en su mano que tú jamás tuviste: él me merece. "

NO LE PERTENEZCAS

No le pertenezcas nunca a nadie.
No le dejes la puerta abierta... porque si se la dejas, no se molestará ni en ganarse que le abras. Entrará sin más, como si volviera de comprar tabaco, como si nada hubiese pasado. Sin respuestas, Sin reproches. Sin miedo. Y lo que es peor: sin remordimientos, porque no habrá aprendido NADA.
Sólo habrá aprendido que puede salir y entrar de tu vida con una llave llamada promesas vanas. Sólo habrá aprendido que eres suya y que puede guardarte en un cajón como un libro que se cansa de leer y coge de vez en cuando para releer lo que más le gusta de él y olvidar el resto.

Amiga mía, a una mujer se la debe querer SIEMPRE y ENTERA. Jamás a ratos ni a trozos.

Curas pederastas: EL HUEVO Y LA GALLINA

Ernesto no sabe qué fue primero. A día de hoy, veinte años después, todavía no lo sabe. No sabe si eso importa, o si cambia las cosas, pero algo dentro de él necesita saber qué llevó al cura de su parroquia a hacerle "aquéllo". Todos estos años se ha sentido avergonzado por lo sucedido, como si el hecho de ser la víctima fuese tan reprobable como ser el verdugo. Ahora sabe que, en todo el mundo, miles de víctimas como él son conscientes de lo que fueron: víctimas. Ni fueron cómplices, ni cobardes, ni consintieron. Aquéllo no era consentido. Era coacción. Era engaño. Era aprovechamiento. Pero jamás consentimiento. Jamás. Eso, nunca.
Hoy los niños de doce años no son como los de antes. No hay inocencia, es cierto, y es triste, pero tal vez en su época pecaron de inocencia. No debían saber determinadas cosas a una edad temprana, y eso les hacía más inocentes, sí, pero también más vulnerables, más crédulos, más temerosos... ¿Cómo no temer a alguien que era, ni más ni menos, un cura, un enviado divino, un semidiós a ojos de un niño de doce años?

Ernesto no quiere dar detalles. No quiere contar cómo sucedió todo, cómo empezó, ni cómo terminó. No quiere contar detalles morbosos. Simplemente, prefiere tumbarse en el diván de la consulta y narrar mirando a la ventana, con la vista perdida en el infinito, cómo se siente por todo aquéllo. No quiere mirar a los ojos al doctor. No le gusta ver la cara de la gente cuando conocen que el cura de su pueblo abusó sexualmente de él a los doce años. Le miran con sorpresa, con morbo, con lástima. Cuando quienes le miran son hombres, además le parece ver un atisbo de burla en sus ojos. No lo puede soportar...

Ernesto quiere y no quiere saber, necesita y no necesita saber el por qué. ¿Qué es primero? ¿la gallina o el huevo? ¿el cura se hace pederasta, o el pederasta se mete a cura? lo primero no le parece coherente... un siervo del señor, que se somete voluntariamente a unos votos, a unas privaciones de sus instintos, sublimados en su devoción por la figura divina que encabeza y encarna su religión, ¿cómo va a caer en semejante depravación? Además, a un cura, a un hombre adulto, si la tentación es fuerte, ¿no tiene otras formas? Puede recurrir a la prostitución con mujeres, o con hombres, si su tendencia natural es heterosexual u homosexual... pero... ¿violación de una criatura? A Ernesto ya no le entra en la cabeza que un adulto pueda sentirse sexualmente atraído por criaturas menores de edad, máxime cuando ni siquiera son adolescentes, sino niños de corta edad, incluso bebés... como para pedirle que entienda que el monstruo autor de tal aberración sea un cura. Un "padre". Alguien que escucha los pecados de los demás, alguien en quien se confía... "Dejad que los niños se acerquen a mi"...

La segunda opción, a ojos de Ernesto, parece más plausible: un pederasta busca acercarse a sus víctimas sin levantar las sospechas de sus padres, necesita un lugar y un momento donde pueda estar rodeado de estos querubines... ¿qué mejor trabajo que la docencia, o el adoctrinamiento, o el cuidado de niños? Un pederasta necesita, además, y sobre todo ahora que los niños son más "resabiados", poder sobre ellos. Su figura ha de imponer respeto, reverencia, temor incluso... por encima de los propios padres. Un profesor, un cura... nada puede ser más poderoso. El miedo al suspenso, al castigo, al pecado... a que los padres sepan que el niño es "malo", que "no obedece" a su mentor... Pero ... ¿hay castigo para estos miserables? Porque a los curas pederastas los tapan sus superiores, utilizando con los padres los mismos recursos que esos mismos pederastas utilizaban para acallar a los hijos: la religión, el miedo, de nuevo el pecado, la redención...

Los pederastas. ¿Cómo es posible que entre ellos se apoyen...? ¿Cómo alguien puede alardear de "sus conquistas", que no son sino depredaciones? ¿Acaso lo que verdaderamente les "pone" es conseguir robarle a unos padres su cría, burlar a los vigilantes, el riesgo, la emoción de la caza y captura del vástago? ¿mancillar a lo más sagrado de otras personas?

No lo sabe. Sólo sabe que llegará un momento en el que pagarán justos por pecadores. Los padres ya no confiarán en los curas: ¿cómo es posible que siempre que se destape un escándalo sexual de pederastia haya curas inmiscuidos? Los padres no querrán que sus hijos se acerquen a los curas. Jamás. Los padres ya no podrán inculcar a los hijos la fe en una Iglesia que mancilla a las criaturas. La Iglesia empezará a quedarse sola. Los padres le darán la espalda. Y los hijos temerán a los religiosos. La Iglesia empezará a desmoronarse...

Sólo sabe una cosa. Que no sólo las chicas de las novelas de éxito del merchandising sueñan con una cerilla y un bidón de gasolina. Que él también puede soñar con hacer justicia a su manera. Mira a sus hijos. Y se horroriza pensar que algún día pudiera pasarle a ellos. Si la justicia de la Iglesia no le ayuda y si la Justicia de los hombres no es suficiente, la justicia de un padre sí lo será...

CAERÉIS.

Un Carnívoro Cuchillo

Dicen por ahí que le ha matado
la puta de su ex mujer:
que lo encontró prendado
del talle de otra y se fue
para él con una navaja...
En la garganta a traición
el mismo tajo de fiera
aquél que él mismo le diera
cerquita del corazón...

Jura que no lo mató,
pero nunca se cree al reo...
Un cuchillo, lejía y jabón
quitan la sangre al acero...

Dicen por ahí que jura
inocencia esta homicida,
que desde la celda oscura
donde ahora está detenida
jura que es inocente..
Jura que no le dio muerte,
que no hay sangre en su mano,
jura que fue otra mujer,
que ella le había perdonado
y había vuelto con él.

Su foto salió en el diario,
ojerosa, llorando, dolida...
más que traje era un sudario,
más que triste, muerta en vida...

Jura que no lo máto,
pero nunca se cree al reo...
Un cuchillo, lejía y jabón
quitan la sangre al acero...

Yo juro que la creo.
La creo...porque fui yo.

Sí, le maté,
ví la sangre correr,
por mis manos amantes...
Porque él se lo buscó,
Porque ella me lo quitó...
por quitárselo yo antes.

Jura que no le mató,
pero nunca se cree al reo...
Un cuchillo, lejía y jabón
quitan la sangre al acero...

Yo juro que la creo.
La creo.. porque fui yo.

(el título es de una novela de Paco Umbral, DEP)

Un soneto (¿Dónde Vas?)

¿Qué lamentar cuando se está cautivo
y el verdugo no es otro que uno mismo?
¿A quién culpar, dolido de estar vivo,
si te tiras tú solo en el abismo?

¡Cuántas veces pudiste arrepentirte,
ser un hombre,sanarnos las heridas...!
¡cuántas veces pudiste reprimirte
de matar de dolor mis siete vidas!

¿Dónde vas, fracasado y a deshoras,
a luchar una guerra que terminas
perdiendo, cuando apenas la desfloras?

¿Dónde vas, cruzando el campo de minas
que son un par de tetas desertoras
de tu ego, tus "luegos", tus inquinas?

y, ¿dónde está tu Dios?

Rezas mientras se derrumban
las iglesias, los conventos,
llevas rosas a las tumbas
de aquéllos que hoy se pudrirán...
No sirvieron tus lamentos,
no se oyen tus oraciones...
ni a los vivos ni a los muertos
tu Dios vino a salvar.

Dime dónde está tu Dios,
escondido, ensordecido...
cuando ha de calmar dolor...
No está ahí...
es un perdedor...
Dime dónde está tu Dios,
cuando mueren y se matan
en su nombre y en su honor...
Si está ahí...
no tiene corazón.

Han ardido ya tus dedos
con la cera de la velas,
entre rezos, entre credos,
¿cuánto más vas a llorar?
Ese dios es asesino,
es un traidor, es un cobarde...
ni él escribe tu destino,
ni le debes tu humildad...

Dime dónde está tu Dios,
escondido, ensordecido...
cando ha de calmar dolor...
no está ahí..
Es un perdedor.
Dime dónde está tu Dios,
cuando mueren y se matan
en su nombre y en su honor...
Si está ahí...
no tiene corazón.

SIN QUE TE DUELA...

SIN QUE TE DUELA

No me llames más...
No quiero verte y que veas
que no me quedan más correas
con que apretarme el bozal
para que no me oigas llorar...
sin que te duela.

No me llames más...
no quieras saber cómo estoy:
ayer estaba mejor que hoy,
en un rincón en la oscuridad
para que no me veas llorar.
Sin que te duela.

Porque no te duele arrancarme el corazón,
pasear bajo la lluvia con otro que no soy yo,
riéndote de todo y de nada, cruzando mi calle,
abrazada a su talle, riéndote de mi...
y a la vez de nadie...
Ni llorar me consuela...
no merece la pena llorar...
Sin que te duela.

No me llames más...
no quiero saber tus motivos
de no ser feliz conmigo,
no quiero que me veas gritar
sin que te duela.

No me llames así...
no me llames cariño jamás,
y vete lejos, sin mirar atrás,
para que no me oigas morir
sin que te duela.

Porque no te duele arrancarme el corazón,
pasear bajo la lluvia con otro que no soy yo,
riéndote de todo y de nada, cruzando mi calle,
abrazada a su talle, riéndote de mi...
y a la vez de nadie...
Ni llorar me consuela...
no merece la pena llorar...
Sin que te duela.

¿Y ahora...?

Ahora que no me acuerdo del pasado,
ahora que ya no soy un perdedor,
ahora que la pasión se queda a un lado,
y el rencor se ha congelado
en tu lado del colchón.

Ahora que no me duelen tus espinas,
ahora que no te canto esa canción,
ahora que no te espero en las esquinas
que esta historia se termina,
que ya ha caído tu telón.

Ya no hace falta, nena, que presumas
de que alguien compuso una canción...
pensando en el veneno que rezumas,
inspirado en esas brumas
de tu falso corazón.

Ahora que tengo un alma que no era mía,
ahora que ya no hay llaga donde dolías...
ahora que me siento vivo, que hasta me olvido
de que te quería.

Ahora que tengo hambre de vanidad,
ahora que está tan sola la soledad...
ahora que sanan mis huesos, no añoro tus besos
ni por caridad.

Ahora que recupero mis amigos,
ahora que ya no doy explicaciones
Ahora que hay tantas bocas que he perdido
que ahora me muestran el camino
de las dulces perversiones.

Ahora que salgo y entro sin permiso,
ahora que hay tantas faldas a explorar...
Ahora que sin quererme he querido
olvidarte como es debido:
olvidarme de recordar.

Tú que presumías de esos versos,
de arrancarme del alma una canción...
Presume ahora, nena, de ese arte
cuando los remordimientos
te muerdan el corazón.

Ahora que tengo un alma que no era mía,
ahora que ya no hay llaga donde dolías...
ahora que me siento vivo, que hasta me olvido
de que te quería.

Ahora que tengo hambre de vanidad,
ahora que está tan sola la soledad...
ahora que sanan mis huesos, no añoro tus besos
ni por caridad.

En mi lista

Te tengo en mi lista
de promesas a olvidar,
de promesas por cumplir
que no se cumplen jamás.

Te tengo en mi lista
de cosas que no hacer,
las que dejan de existir
incluso antes de nacer.

Te tengo en mi lista
de muertes prematuras,
de sueños maquillados,
de torpes calenturas.

Te tengo en mi lista
de deseos que se me piden,
de tareas que están pendientes
rezando que se me olviden.

Noches de Tormenta

Es inútil tratar
de aprender a besar
tan cerca ya del fin...
Estas manchas de rimmel
en tus párpados gimen
y dejan cicatriz.

Y ya no tiene sentido
discutir quién ha sido
el más culpable de los dos:
el que empezó a flirtear
con las flores del mal
y el desamor.

No sé por qué
las caricias que ayer
conseguían prender
mi excitación
hoy no me calman la sed:
la humedad de tu piel
se marchitó.

Y no hay palabras que ocupen
el lugar que no supe
yo llenar...
Se nos ha muerto el amor:
es mejor decirnos "Adiós!"
sin llorar.

Quédate tú con todo:
pero déjame solo
con mi soledad...
¿Qué más te puedo decir?
Ojalá seas feliz
sin mirar atrás.

No me arrepiento de nada,
tal vez alguna madrugada
piense en ti:
cuando te añoren mis huesos
cuando me duelan los besos
que te di.


Joaquín Sabina, "Noches de Tormenta".

Pisando Charcos

Llevaba puesto el reloj que hace un año
no pude comprarle
y aquéllos ojos color desengaño
barriendo la calle.
Después de verse tanto en el espejo,
¿cómo iba a mirarme?
Si eran felices, no había más que verlos
reírse de nadie...

Y yo que estaba aprendiendo a olvidarla,
a maldecirle sin necesitarla,
me vi de pronto con dos lagrimones
en el velorio de las ilusiones.

Pisando charcos bajo el aguacero
también se puede cantar un bolero
con estos labios que tanto han callado,
que tanto han mentido, que tanto han besado.

Iba luciendo el Cartier que,
en su santo, quise regalarle...

Si la derrota tuviera vacuna,
si se dejara engañar la fortuna,
si el corazón descubriera un camino
que desmintiera la Ley del Destino...

Pisando charcos bajo el aguacero
también se puede cantar un bolero
con estos labios que tanto han callado,
que tanto han mentido, que tanto han besado.

¡Qué desconsuelo, el flashback de sus ojos
bajando del coche!
Dejó un perfume de flores enfermas
rompiendo la noche...
Después de verse tanto en el espejo,
¿cómo iba a mirarme?
Si eran felices: no había más que verlos
reírse del aire, reírse de nadie,
burlarse de nadie.



Joaquín Sabina "Pisando Charcos".
Fue sintonía de un programa de TVE que duró un día. Hoy la canta Ana Belén.

Desintoxicación

Se supone que ya no te importa. Que ya no te duele. Pero te sorprendes a ti misma fantaseando sobre cómo sería un encuentro fortuito con él. Cómo te gustaría que te viese, en qué circunstancias, en qué momento y lugar. Cuál sería su reacción. Te sorprendes a ti misma sacándole a relucir en casi cualquier tema de conversación, con cualquier excusa. Intentas dar una imagen externa de despreocupación, de superación, de fuerza. De cicatrización. Sin marcas. Pero internamente sabes que esas heridas distan mucho de estar curadas. Sangran. A diario.

Te sorprendes escribiendo su nombre en Google a ver qué sale, o cotilleando en los foros que frecuenta, yendo a los bares que suele visitar. Interrogando veladamente a vuestras amistades comunes sobre cómo -y con quién- le van las cosas. Intentas saber si él también pregunta por ti, también te busca, también te "espía" en la distancia y en el anonimato. Rabias por dentro si te enteras de que no es así. Quieres que sufra lo que tú sufres, que su dependencia sea como tu dependencia, porque ésa es la palabra: DEPENDENCIA. Todavía no te has curado, todavía podrías perdonar, porque todavía no odias. Porque todavía no ignoras. Porque todavía no olvidas. Estás intoxicada. Eres dependiente.

¿La culpa es de la sustancia -él- o de la adicta -tú-? Es una pregunta para la que no tengo respuesta... ¿acaso él hace algo para avivar esa dependencia? ¿O eres tú, en tu fuero interno, quien es incapaz de dejar de buscarle, de dejar de fantasear? Una sustancia sólo manda sobre el cuerpo o la mente cuando es ingerida, cuando se tiene al alcance de la mano... pero "el mono" lo genera el propio cuerpo, la propia mente, ante la ausencia de esa substancia...

Desintoxicarse. Atarse las manos para no coger el teléfono y llamarle tontamente con número oculto, sólo para escuchar su vozo. O llamar con tu número y puerilmente dejarl el teléfono descolgado para que escuche qué bien te lo pasas... Desintoxicarse. Dejar de dar un rodeo innecesario en el metro o el bus sólo para tener una excusa para pasar por la estación o la parada de su casa y estirar el cuello a ver si le ves, furtivamente. Desintoxicarse. Dejar de frecuentar sitios que frecuenta, amistades que sólo te aportan esa dosis de información que se convierte en un sustituto de él... metadona para el mal de amor.

Tiempo. A veces ni siquiera eso. Porque hay heridas que son como esas llagas en la boca de las que ya hablé una vez... ésas llaguitas en las encías que, pese a que duelen, no puedes evitar querer acariciar dolorosamente con la lengua una y otra vez, perpetuando su dolor y evitando su completa curación. Masoquismo sentimental. Qué malo es.

Puede que tu herida no cicatrice nunca y se quede en llaga. Puede que cicatrice y se quede en recuerdo de ésos que no tienes salvo que, distraidamente y por puro azar, rozas su relieve y recuerdas lo dolió en su momento, sin mayor importancia, sin revivir aquél dolor.

Pero sea como sea, por muchos estragos que esa droga haga en tu corazón, ya sea herida viva o cicatriz muerta, debes salir adelante. Desintoxicarte.

Porque a él no le duele. A él no le dueles. No le importas.

Asúmelo: la droga y el amor fallido no se destruyen. Buscan otra víctima. Y de las otras se olvidan.

Tan Dama tan Fuera...

Cuando los hombres no son el malo, cuando las mujeres no son la víctima...


Hace años
se pudrieron
en mis labios
tantos besos
que no di,
con el daño
que hace eso,
¿qué es el sexo
para ti?
Curriculum vitae,
un envite
al mus, un farol
que reviste
la fachada
desconchada
de tu amor.

Ya no tienes quien te quiera,
quien te siga como un perro...
Eres tan dama por fuera,
pero tan puta por dentro...

Hace años
que imagino
que adivino
tu destino,
que te araño
por sentir
aún calor,
¿qué es el amor
para ti?
Una as en la manga,
una carga
de metralla
y de dolor
tus patrañas,
telaraña
que atenaza
un corazón

Ya no tienes quien te quiera,
quien te siga como un perro...
Eres tan dama por fuera,
pero tan puta por dentro...

No es Ella

Despierta. Abre los ojos y mira al techo. "Domingo" -piensa-. No tiene que ir a trabajar. Eso sólo signfica una cosa: todo el día con ella. Gira la cabeza. Y ella todavía duerme. Él cuenta con desgana los lunares de su espalda. Tres. Cuatro. Cinco. Hace unos meses, tan sólo unos meses, le resultaban encantadores. Ahora no son más que manchas, una serie de imperfecciones más que añadir a la lista de defectos que surgen a diario. No quiere despertarla. "Así te tires durmiendo dos días". Suspira. ¿Cómo ha llegado a ésto? ¿Y la magia? Cuando la vio sonreirle por primera vez fue como abrir las ventanas de un viejo caserón, ventilarlo y hacer que los rayos del sol quemaran las telarañas del corazón. Pero ahora esos rayos luminosos no eran más que luces mortecinas que no hacían sino llenar de melancolía cada rincón. No la quería. Ya no. La odiaba. A pesar de que ella hace lo posible por retenerle a su lado, le cuida , le sigue sonriendo buscando provocar en él aquél primer estremeci-miento. A él le da lástima cada sonrisa, como si fuese la de un moribundo que busca contagiar en vano algo de alegría a otro. Le asquea. Y es que ella.. no es Ella.

Mira sus hombros huesudos, la curva de su cintura, la escalinata de su columna. Su pelo cobrizo, ni largo ni corto. Un torpe intento de "cambio de look" para resultarle novedosa, sorprendente.. para ser otra. Pero es la misma, y no es Ella. Los lóbulos suaves de sus orejas. Su depilación descuidada, rasposa. No es Ella. Ese es el problema. Esta chica... tampoco es Ella. Suspira. Vuelve a mirar al techo y traga saliva como quien intenta con ello empujar al estómago la culpa. Una bola dura, de sabor metálico, que lleva escrito el "Te Quiero" que no tuvo el valor de pronunciar. Ahora es tarde. Dónde estará Ella...

Se levanta con cuidado de no despertar a la muchacha. Lleva un año intentando encontrar entre sus muslos el calor que sus venas le piden a gritos. Pero no lo encuentra. Lleva un año intentando engañarse a sí mismo buceando en una boca que no es la de Ella. Obligándose a querer, obligándose a olvidar, obligándose a cumplir. "Es lo que tengo que hacer... ya tengo una edad... tengo que estar con ésta...". Pero ésta no es Ella. Aquélla tampoco fue Ella. Esa no será Ella. Buscándola en todas, encontrándola en ninguna.

¿Dónde estará? cierra los ojos y respiran hondo, intentando rescatar de su memoria su olor, formando sus rasgos... recordando como relámpagos algunos gestos, algunas palabras, una risa... "Ah, sí.. ahí estás... ¿qué habra sido de ti? ¿Donde estarás? ¿Con quién...?" Abre los ojos. Sacude la cabeza, intentando así sacudirse también la culpa. "Bah, tonterías... sólo tienes un mal día, un momento de bajón, eso es todo". Vuelve a la habitación y se asoma tímidamente. Su novia se ha girado y yace bocarriba, desnuda, con la boca entreabierta y sus pechos pequeños moviéndose rítmicamente al compás de su respiración. "No es Ella. Nunca lo será". Bajo sus párpados, los ojos de la muchacha se mueven veloces de sueño, librando una batalla silenciosa, ajena. Inútil.

Él consulta su agenda en el móvil. Hay un nombre que sus venas llevan gritando demasiados años. Ese nombre prohibido, imprecatorio, que duele y que cura... con una mano temblorosa y la bola de culpa en la garganta, marca... y espera... con el sabor de su piel en la boca... escucha... una locución le informa que el teléfono marcado ya no pertenece a ningún abonado. Suspira. Cuelga. Casi lo prefiere. ¿Qué iba a decirle? "Hola...me he levantado, he mirado a mi novia y no eras tú... y yo quiero que seas tú. Quiero que seas tú cada mañana. Quiero abrir los ojos y que seas tú. Quiero que siempre seas tú". Va al baño. Cierra con el seguro. Bendita intimidad... Orina sosteniendo el blando pene con una mano. "... no sirves para nada", le dice mentalmente, como el jefe que recrimina a un empleado estrella en el que había puesto todas sus esperanzas y ha fracasado. Ni siquiera éso es igual sin Ella. La jornada de domingo fluye como un sueño anodino y reincidente, marchito, que se olvida al despertar. Regresa a la cama. Hace el papel de novio formal aburrido. Esta noche está cansado. Esta noche no puede fingir más. Duerme. Y Sueña. Con Ella.

Con Ella.

¡Ay, Carmela ... !

Carmela tuvo la oportunidad al alcance de su mano. Sólo tenía que decir "". Pero estaba demasiado cómoda en su rutinaria cobardía como para hacer algo que pudiera poner en riesgo aquella monotonía que le daba tanta seguridad. Vivía como no quería, donde no le gustaba, con quien no deseaba... pero el cambio le aterraba. La cobardía era siempre más cómoda, ¡Ay, Carmela...!

Decir "
" cuando quería decir "No". Retirar la mirada para alejar la tentación. Bajar la cabeza, obediente y pusilánime. Colarse de rondón en el pasado, pasar de puntillas por encima sin hacer ruido, mirar, suspirar y volver al presente sin que nada se altere.

Ahora, asomada a la ventana, con las pupilas petrificadas en Él, su corazón y su cabeza pugnan por hacerse con el control de sus piernas y de su garganta... Sólo los ojos, fijos en la parada del autobús, ajenos a la lucha de los demás órganos, son fieles a sí mismos. El corazón le grita a sus piernas que corran, que salgan a la calle antes de que el autobús, como si fuese el último tren que pasa por una vía declarada muerta, se lo lleve de su lado para siempre... La cabeza clava las piernas al suelo, y el sudor que recorre con un escalofrío su espina dorsal parece hacer un charco de arenas movedizas que la mantienen anclada a su presente, a su cobardía, a su comodidad... "
no vayas... quédate aquí, sigue tu vida... no arriesgues, lo que tienes ahoar es poco, pero es más que nada...". El corazón quiere hacerse con la garganta, gritarle, implorarle, librarse de los grilletes que aprisionan sus cuerdas vocales en el eterno "si, cariño"... en lugar de devorarle la boca al hombre que ansía su piel, de susurrarle al oído un sola frase... Pero la cabeza no quiere soltar la garganta... no quiere que grite su libertad, su valentía, su pasión.. Ay, Carmela.

Los ojos quieren más de él, el cristal se ha convertido en un telón de acero, quieren estar más cerca de él, beber de sus pupilas, bucear en la curva de su pecho, en la fortaleza de sus hombros, fascinarse con su vientre, con su sexo, recorrer su melena, cegarse con sus dorados reflejos... Los ojos le muestran cómo sería... sería tan fácil... cruzar la calle, clavar sus pupilas en las suyas y dejar que el corazón hable... ¿es tan difícil? mírale... ¿cómo sería?

Sus ojos... se clavarán en los tuyos,primero con sorpresa, luego con una mezcla de esperanza y de expectación... Todo Él te escuchará, ¡
Ay, Carmela! decirle lo que tu corazón ansía... sus ojos te escucharán. Su piel te escuchará. Sus labios, sus oídos, sus manos, su corazón... Y en el mundo no habrá nada más. Te escuchará. Luego se quedará en silencio, pasarán sus ojos de tus ojos a tus labios, de tus labios a tus ojos... brillantes, húmedos... sus labios temblarán trémulamente unos instantes y entonces sus brazos te envolverán como si fuesen dos cadenas que evitan que un barco se aleje para siempre del puerto... Te abrazará como si quisiera fundirte con Él... y ya nunca te dejará marchar...

Pero la cabeza te despierta de tu sueño,
Ay, Carmela... La cabeza.. qué cruel..

"
¿Qué vas a hacer? Cruzarás la calle, te quedarás mirándole como una boba, tus palabras torpes se atropellarán unas a otras en tu boca, quedarás como una idiota delante de sus narices para que te mire con lástima y con vergüenza ajena, meta las manos en el bolsillo, te diga un educado "bueno, me marcho, que te vaya bien, adiós" y no volverás a verle... y cuando subas, tu pareja estará mirándote, con los ojos enrojecidos.. perderás todo lo que has acumulado estos años!! La gente te mira como chica ejemplar, tienes tu noviete aburrido y formal, tu trabajo de ocho horas, tu paella en casa de sus padres los domingos, los cumpleaños de sus sobrinos... tienes 30 años, ¡ya no es edad para aventuras, para empezar de nuevo...! ¿A dónde vas? ¿te has visto las pintas? No seas rídicula..." La cabeza susurra al oído, el corazón SE libera en cada diástole, como quien retira la mano que le amordaza, toma aire y grita ahogadamente "¡¡¡CORRE!!!! ¡¡¡CORRE TRAS ÉL!!!!"

Corazón o cabeza... cabeza o corazón...
¿Qué hará? ¿Que pensáis que hará? ¿Que queréis que haga?

Ay, Carmela!


El Último Beso

Años atrás, antes del Adiós, Ella le dijo que el beso más difícil no es el primero que se da, sino el último. Y tras constatar Él que aquél "Adiós!"había sido el definitivo, vivía año tras años aferrado a esa promesa del último beso, del beso más difícil... su obsesión por ese beso insuflaba bocanadas de vida a unas cenizas que él seguía creyendo que eran brasas. Fantaseaba con él... Intentaría insuflar esas mismas bocanadas de vida a su amada en ese último beso. Avivar las brasas. Resucitar las llamas. Prender el fuego y que su ardor calcine la coraza que el tiempo y el sufrimiento por sus traiciones habían tejido sobre su corazón dolido. Encenderla de nuevo y que el difícil último beso se convirtiera, por arte de magia, en un primer beso, en un nuevo comienzo. Que lo que fue un punto y final sin dos puntos suspensivos se convirtiera en un punto y aparte.

¿Cómo sería ese último beso? Empezaría trémulo, como una mariposa recién transmutada que despliega sus alas por vez primera. Seguiría despertando a los adormecidos sentimientos que anidarían bajo el légamo del olvido... primero despacio.. acercando sus manos más a la cintura de Ella, envolviéndola con su abrazo... acercándola más a sí... su lengua la buscaría, insistente, incitando a la suya a un tango infinito.. primero con los ojos cerrados, luego mirándola nuevamente para bucear otra vez en sus pupilas... y sería el primero de millones de besos... De noche, bajo la luna, sin nadie alrededor... ajenos al mundo que les rodea, a los ojos de neón de los curiosos letreros, al frío que serpentea por las callejuelas, ajenos al pasado y sus cicatrices.

Era el momento. A duras penas había conseguido encontrarla y citarla en aquélla calle. Quería mirarla y decirle "¡Estás como siempre!" Pero no era cierto... Sus ojos, antaño dos pozos de fe, de auténtica devoción por los suyos, eran ahora inescrutables. Fríos. Como dos trozos de obsidiona afilada. Le provoca pavor. Está objetivamente más hermosa, más fuerte, más poderosa... pero subjetivamente todas las fantasías de hallar a la muchacha inocente e ingenua que creía todas sus falacias se habían esfumado... su seguridad en sí mismo y en su plan tantas veces acariciado estaba ahora reprimido y escondido, acobardado, en un rincón de su cerebro... su lengua estaba inerte. Sus manos, que habían querido acariciar la cintura tan deseada, estaban ahora relegadas a los bolsillos.

"¿Para qué quieres verme?" Él, por fin, está frente a Ella. No quiere acobardarse más... es Ella. Tal vez sólo tenga esta oportunidad... "Quiero el último beso..." Ella sonríe tristemente. Pero no es por haber rozado con la punta de la lengua de la memoria alguna cicatriz del alma, como quien regresa una y otra vez a una llaga en las encías cuyo dolor, inexplicablemente, resulta placentera... Sonríe con tristeza porque Él no ha entendido NADA.

"El último beso... ¿crees que es tan especial? ¿Que es diferente?" "SI". "Te equivocas... el último beso YA TE LO DI... cada beso que te di lo viví como si fuese el último... eran tantas tus traiciones, que no sabía si habría otro beso después... Asi que viví, sentí y di cada beso como si fuese a ser el último, porque había muchísimas posibilidades de que así fuera... Y así fue. Así fue"

Y se marchó. Para siempre. A Él se le pudrió su último beso en los labios, y derrumbó su corazón para siempre. A Ella se le pudrió el último beso en la memoria. Y se sintió libre. Para seguir besando a alguien con quien cada beso no pudiera ser el último, sino el primero.

La vieja piel a tiras

Lo dijo Sabina en una de sus primeras canciones en solitario, fuera ya del terceto calavera que paseara su alcoholizado (pero no por eso menos loable) talento por "La Mandrágora": que había, entre otras cosas, que "arrancarse la vieja piel a tiras" para poder seguir adelante. A lo largo de mi (todavía corta) vida, hay un montón de experiencias, de recuerdos, de pensamientos, de lugares y de personas que hay que dejar atrás. Porque ya casi ni se recuerdan. Porque ya no se necesitan. Porque ya estorban. Como esos trastos viejos que uno va almacenando en todas partes pensando que tal vez un día les eche un vistazo, tal vez un día regrese, tal vez un día los necesite, o quiera saber de ellos... y con el "tal vez un día" resulta que te das cuenta de que han pasado ya "tal vez una semana", "tal vez un mes", "tal vez un año"... y ya es hora de hacer limpieza de esos rincones.

Hay que limpiar el sótano de la memoria, los cajones del alma, los trasteros de nuestra vida... hay cosas que en su día gustaron que no gustan: tíralas. Personas que no aportaron nada útil: tíralas. Momentos que sólo sirven para acordarnos y dolernos: tíralos.

Cuánta gente he dejado atrás estos 7 años. Cuántos lugares. Cuántos momentos. No es "renegar" de algo, es simplemente, evolucionar y lo que ya no va contigo dejarlo atrás, de forma natural, gradualmente... más bien porque cuando uno se hace adulto y encarrila su vida deja de tener interés por personas y lugares que no le son afines. Tiene muchas otras cosas de las que preocuparse.

Sé que muchas personas se sentirán "ofendidas" o intentarán buscar un motivo (sin preguntarte, claro, dejándose llevar por "sus ideas") para tu "abandono". Allá ellas... tal vez si piensan así deberían empezar a plantearse si no es hora ya de hacer limpieza ellas también.

¿Tú me conoces? ¿cuánto hace que no sabes de mí? ¿realmente alguna vez has sabido de mí? ¿Y yo? ¿Te conozco? ¿cuánto hace que no sé de ti? ¿realmente alguna vez he sabido de ti?
Si respondes "NO" a estas preguntas... límpiame de tu memoria. O conóceme de nuevo. Quién sabe... la gente cambia. No mucho, pero cambia.