El Último Beso

Años atrás, antes del Adiós, Ella le dijo que el beso más difícil no es el primero que se da, sino el último. Y tras constatar Él que aquél "Adiós!"había sido el definitivo, vivía año tras años aferrado a esa promesa del último beso, del beso más difícil... su obsesión por ese beso insuflaba bocanadas de vida a unas cenizas que él seguía creyendo que eran brasas. Fantaseaba con él... Intentaría insuflar esas mismas bocanadas de vida a su amada en ese último beso. Avivar las brasas. Resucitar las llamas. Prender el fuego y que su ardor calcine la coraza que el tiempo y el sufrimiento por sus traiciones habían tejido sobre su corazón dolido. Encenderla de nuevo y que el difícil último beso se convirtiera, por arte de magia, en un primer beso, en un nuevo comienzo. Que lo que fue un punto y final sin dos puntos suspensivos se convirtiera en un punto y aparte.

¿Cómo sería ese último beso? Empezaría trémulo, como una mariposa recién transmutada que despliega sus alas por vez primera. Seguiría despertando a los adormecidos sentimientos que anidarían bajo el légamo del olvido... primero despacio.. acercando sus manos más a la cintura de Ella, envolviéndola con su abrazo... acercándola más a sí... su lengua la buscaría, insistente, incitando a la suya a un tango infinito.. primero con los ojos cerrados, luego mirándola nuevamente para bucear otra vez en sus pupilas... y sería el primero de millones de besos... De noche, bajo la luna, sin nadie alrededor... ajenos al mundo que les rodea, a los ojos de neón de los curiosos letreros, al frío que serpentea por las callejuelas, ajenos al pasado y sus cicatrices.

Era el momento. A duras penas había conseguido encontrarla y citarla en aquélla calle. Quería mirarla y decirle "¡Estás como siempre!" Pero no era cierto... Sus ojos, antaño dos pozos de fe, de auténtica devoción por los suyos, eran ahora inescrutables. Fríos. Como dos trozos de obsidiona afilada. Le provoca pavor. Está objetivamente más hermosa, más fuerte, más poderosa... pero subjetivamente todas las fantasías de hallar a la muchacha inocente e ingenua que creía todas sus falacias se habían esfumado... su seguridad en sí mismo y en su plan tantas veces acariciado estaba ahora reprimido y escondido, acobardado, en un rincón de su cerebro... su lengua estaba inerte. Sus manos, que habían querido acariciar la cintura tan deseada, estaban ahora relegadas a los bolsillos.

"¿Para qué quieres verme?" Él, por fin, está frente a Ella. No quiere acobardarse más... es Ella. Tal vez sólo tenga esta oportunidad... "Quiero el último beso..." Ella sonríe tristemente. Pero no es por haber rozado con la punta de la lengua de la memoria alguna cicatriz del alma, como quien regresa una y otra vez a una llaga en las encías cuyo dolor, inexplicablemente, resulta placentera... Sonríe con tristeza porque Él no ha entendido NADA.

"El último beso... ¿crees que es tan especial? ¿Que es diferente?" "SI". "Te equivocas... el último beso YA TE LO DI... cada beso que te di lo viví como si fuese el último... eran tantas tus traiciones, que no sabía si habría otro beso después... Asi que viví, sentí y di cada beso como si fuese a ser el último, porque había muchísimas posibilidades de que así fuera... Y así fue. Así fue"

Y se marchó. Para siempre. A Él se le pudrió su último beso en los labios, y derrumbó su corazón para siempre. A Ella se le pudrió el último beso en la memoria. Y se sintió libre. Para seguir besando a alguien con quien cada beso no pudiera ser el último, sino el primero.

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